Verdecillo sobre negro

He colocado un nuevo posadero buscando otros fondos. En este caso lo que hay detrás es una sombra bastante oscura y, cuando expongo para el sujeto al sol, queda negra. A ratos me parece demasiado negro, pero en general me gusta. Vosotros direis.
También es novedad el pajarillo, al que nunca antes había visto allí. Creía que se trataba de un joven escribano soteño, o de una hembra, esta vez sí que me parecía realmente difícil, pero me habeis aclarado que es un juvenil de verdecillo. Por cierto, tiene el pico partido, con unas excrecencias muy raras (no es el único pájaro que he visto allí con «cosas raras» en el pico).
A ver qué os parece. Encuadre original.

Vivir con miedo

Todos los «bichos» que se acercan a la charca lo hacen siempre con prudencia, miran y remiran antes de entrar, y vigilan… Pero lo de este gazapillo me pareció más que eso. Sus gestos, sus andares, su mirada, su actitud, eran de lo que los humanos llamamos miedo. Tal vez por ser un mamífero me parecieron más cercanos sus gestos y no pude evitar pensar  «qué malo es ser la comida de todos» o, como diríamos en nuestro lenguaje humano, «qué malo es vivir con miedo».

Se puso a beber a unos 3 metros del hide, tan cerca que no entraba de cuerpo entero en el tele y opté por hacerle un retrato en vertical. Encuadre original.

Contra el vicio de pedir…

Este jovenzuelo hacía una vida totalmente normal hasta que se acercaba un adulto. Entonces dejaba lo que estuviera haciendo (beber) y se ponía a pedir como si le fuera la vida en ello. No debía ser para tanto, porque lo hizo varias veces y no le dieron nada de nada. Y es que, contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar.

Creo que es un juvenil de zarcero común (aunque no estoy seguro, tal vez sea un mosqueitero, me baso en que se ven las cerdas de las comisuras de la boca, aunque sigo sin aclararme del todo con las identificaciones). A la derecha de la imagen se ve la punta del pico del adulto, que está ahí por casualidad (de todas formas, no cabían los dos en la toma, así que no intenté incluirlo). Formato original, sin recortes.

Garcilla feroz

En una de las sesiones de hide, esperando a las currucas, apareció en la charca esta fiera. Dió un par de vueltas a toda la orilla dando zancadas sigilosas con una actitud acechante que me impresionö. Devoró una rana grande y un par de cosas más que no pude ver, se bañó, y se fué como había venido. Me llamó mucho la atención la fuerza de su mirada de fiera, y esa actitud de predador oportunista e implacable que le hace tener hasta «cara de malo».
La imagen está recortada por los lados para darle formato vertical (la altura es la original).

Lavado de bajos

Esto es un juvenil de curruca carrasqueña (Gracias, Atanasio, tengo muchas veces problemas para identificar los pájaros que fotografío y no sé a dónde acudir). El caso es que estaba bañándose y me hizo gracia la forma de dejar la cola apoyada sobre el agua mientras se zambullía. Luego lo ví hacer también a otras especies, pero me gustó como qudaba este. Encuadre original.

Barbo Reproductor

En muchísimos ríos (en la mayoría), hay represas o azudes que, fragmentando el hábitat, impiden el paso de los reproductores a los lugared de freza río arriba. A pesar de ser obligatoria la instalación de escalas para peces, éstas generalmente están dañadas o llevan un caudal tan bajo que los peces las evitan. Así, en primavera es habitual encontrar grandes concentraciones de peces reproductores que intentan una y otra vez superar estos obstáculos imposibles hasta que se agotan, se hieren o son pescados. Este espectáculo lastimoso puede verse a diario durante bastantes semanas, y en esos casos es fácil conseguir buenas fotos de grandes peces saltando. Sólo hay que enfocar, esperar y disparar en cada salto (son casi contínuos). La foto se hizo en el río Lozoya y está ligeramente recortada.

El Pregonero

Esta foto está recortada, y decidí recortarla antes de hacerla. El árbol estaba seco y rodeado de un mar de espadañas. Estoy seguro de que podría haberme acercado mucho más, hasta llenar el encuadre (volvía una y otra vez a cantar al mismo sitio), pero al imaginar el destrozo que habría hecho en las espadañas decidí hacerla desde donde estaba y recortarla después, en lugar de patear aquello por acercarme un poco más (en realidad bastante más).

El encuadre original es el doble de alto y de ancho (o sea, el recorte es un 25% del original)

Por cierto el caballerete (carricero tordal, creo),  sorprendía por la fuerza de su canto, que se oía en todo lo que  podía verse del río. Parece mentira que una garganta tan pequeña pueda hacer tanto ruido…